Comentario
Gracias a su amplia victoria, Perón impulsó su plataforma electoral, comenzando por la mayor intervención del Estado en la economía. La nacionalización del Banco Central y la creación del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), un organismo público que controlaría el comercio exterior, fueron dos medidas emblemáticas. Su política económica se basó en la industrialización y la independencia económica (nacionalismo económico), lo que redundó en una postura claramente autárquica que abogaba por "una Patria justa, libre y soberana". También extendió su poder e influencias en la administración mediante purgas entre el funcionariado. Su control fue evidente en sectores estratégicos, como la universidad y la justicia y también sobre los medios de comunicación, ya que el gobierno tenía un virtual monopolio sobre las emisoras de radio y controlaba buena parte de la prensa diaria.
Su gobierno adquirió hábitos autoritarios, reforzados por la Constitución de 1949, que cedía al Ejecutivo el derecho de declarar el "estado de precaución y alarma". En las elecciones para la Asamblea Constituyente la oposición se dividió y los peronistas triunfaron con más del 60 por ciento de los votos. En la Constituyente había dos puntos importantes en discusión: la modificación de la Constitución de 1853 que prohibía la reelección presidencial en dos períodos consecutivos y la nacionalización de empresas extranjeras. Se incorporó un capítulo basado en la doctrina social de la iglesia, que condenaba los abusos del capitalismo. Sus artículos trataban sobre los derechos de los trabajadores, de la familia, de los ancianos y del derecho al trabajo, a la educación y a la cultura.
Con objetivos similares a los de la política nacional, Perón se movió en el interior de su movimiento, extendiendo su control. Para ello silenció las voces disidentes que pretendían un sindicalismo autónomo o un Partido Laborista según el modelo inglés y en 1947 los dirigentes gremiales que se oponían a sus fines fueron expulsados del Partido o encarcelados. Al disolverse el Partido Laborista se creó un nuevo partido bajo la dirección omnipotente de Perón. Inicialmente fue el Partido Único de la Revolución, llamado luego Partido Justicialista o Peronista. El fuerte liderazgo de Perón impidió la institucionalización del régimen y dejó planteado el problema de la sucesión. Perón nunca tuvo un sucesor y su misma presencia le hubiera sido intolerable. Perón intentó ampliar sus apoyos sociales y su mujer, Eva Duarte de Perón, Evita, jugó un papel fundamental, no sólo como elemento movilizador de las masas, sino también como factor de control político, especialmente en el movimiento obrero. Desde la Fundación Eva Perón desarrolló una vasta acción de protección social en favor de los "humildes y descamisados". Se permitió el voto femenino y se creó una Rama Femenina, independiente del Partido Justicialista. Tras su muerte, el 26 de julio de 1952, Evita se convirtió en un símbolo del movimiento peronista y en uno de los mayores mitos argentinos.
La actuación inicial de Perón se basó en la redistribución de la renta, apoyada en las divisas acumuladas en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez que éstas se agotaron, la redistribución siguió siendo posible, aunque en menor cuantía, gracias a los recursos obtenidos de la agricultura exportadora que no se reinvertían en el sector. La inflación y el endeudamiento permitieron mantener artificialmente el nivel de vida de los trabajadores industriales durante años. En la medida en que crecía el consumo interno, los saldos exportables se reducían, ya que los principales rubros exportadores del país (carne y cereales) tenían que competir con un mercado interno con precios al alza. La falta de divisas condicionó la acción de gobierno y hacia 1951 comenzó un claro giro en su política económica y social. La muerte de Eva Perón fue un momento decisivo. El exceso de autoritarismo animó a la oposición a manifestarse contra el gobierno. El descontento entre los militares y la Iglesia, aumentado por una campaña antieclesiástica impulsada desde el gobierno, fue la causa de su derrocamiento por un golpe en septiembre de 1955: la autodenominada "revolución libertadora".